martes, 28 de agosto de 2012

Buscando su corazón

SUMMARY: Edward deja a Bella luego del incidente con Jasper. Siete años después él regresa, pero no encuentra a "su" Bella. La nueva Isabella… ya tenía dueño. Pero... ¿y si aún habían posibilidades?
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PRÓLOGO
Buscando su corazón
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Cuando abandoné a Bella en el bosque, el corazón que creí recuperar, se rompió en mil pedazos.
Sabía que estaba haciendo lo correcto para ella, debía protegerla de mí y de los riesgos que conllevaba estar a mi lado, pero una voz en mi cabeza me incitaba a volver, intentaba convencerme de que ella me necesitaba y que algo malo le sucedería. La ignoré y continué mi camino, dejando mi ser con ella.
Pensé que Bella estaría bien, que de ahora en adelante podría tener una vida normal y formar una familia. Supuse que no le faltaría apoyo, seguridad, alegría y… amor.
Pensé que todo estaría perfecto si me alejaba.
Pero estaba equivocado, apenas me fui comenzaron los verdaderos problemas. Su vida comenzó a desvanecerse, ya no era ella sino un cuerpo sin alma. Una extraña.
Él intentó traerla de vuelta, recuperar los restos de su corazón y repararlo, poco a poco la devolvió a la realidad, pero incompleta. Bella aprendió a vivir medio viva y se aferró a quien le hacía olvidar su pena aunque fuera por un momento. Un día cometió un error que no solo la ataría a ella con la persona equivocada, sino que también le quitaba a él cualquier oportunidad de enmendar su falta y liberarla.
Si tan solo yo hubiera sabido lo que mi decisión le afectaría, nunca me habría marchado. Ahora era demasiado tarde, ella tenía una familia que se deshacía a cada paso que daba, un esposo que le escondía un gran secreto, una vampiro que intentaba asesinarla y al monstruo que la abandonó queriendo recuperar su amor.
Yo la amo ¡Cuánto la amo! Y es por eso que no cometeré el mismo error, esta vez lucharé por devolverle la felicidad que tanto se merece. Pero mi misión no es tan fácil como parece.
En los meses que pasé junto a ella, puede notar que mejoraba un poco, que ya no tenía el peso del mundo en sus hombros. Ella volvió a confiar en mí, me confió a su única razón de existir, su hijo. Dejó que la acariciara, que la consolara cuando los problemas la sobrepasaban. Sin embargo algo le faltaba, su corazón.
Con el mío entre sus manos, o al menos lo que quedaba de él, le prometí que recuperaría el suyo, cueste lo que cueste.

Si, es STEMPRE FUÍ TUYA, pero con otro nombre y diferente.
Sé que es muy corto. Un Prólogo bastante mejorado a comparación del primero. La trama original no va a cambiar mucho. Gracias a todas las lectoras que me tuvieron paciencia y no me abandonaron. Las amo! Son lo mejor que una fanficker podría desear. Voy a darles un regalito pronto (solo a las primeras, que ya han leído los primeros 7 capítulos de la historia)
A las nuevas lectoras, BIENVENIDAS! Es un enorme placer tener más gente en la familia!
La actualización será SEMANAL, si llego a escribir antes puede que actualice dos veces a la semana. Y si la inspiración vuelve a mí, habrán capitulos más largos (aclaro que los capítulos normales no pasan de los 3.000 caracteres)

CAP 23 - Culpables


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CAPITULO 23
Culpables
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No podía estar tranquila.
Horas habían pasado desde que tuve el percance con Matt y aún no había regresado. Estaba preocupada por él, realmente preocupada.
Tal vez era presentimiento, o la marca en mi corazón que había dejado la reacción de Edward cuando sintió que ya no tenía razones para vivir, dos años atrás, que me hizo estremecer al pensar en las locuras que un vampiro podía cometer cuando no estaba en todos sus sentidos.
¿Sería Matthew capaz de reaccionar de mala manera luego de lo que había pasado? Y si lo intentara ¿Podría yo, llegar a tiempo e impedirlo?
"Eres culpable. Tú culpa. Solo tú culpa. Matt está pasando un mal rato por tu culpa." —Me repetía constantemente. Traté de relajarme, pero no pude.
Llevaba sintiéndome de esta manera desde el instante en que él se marchó. La mirada de tristeza de su hermano menor me carcomía el cerebro. Pueden llamarlo masoquismo, pero no conseguía parar de reproducir aquella imagen en mi cabeza, era como si mi subconsciente quisiera hacerme sentir aún peor.
Cuando huí, no hice más que acurrucarme bajo las sábanas de mi cama y frotar mi brazo con nerviosismo, reconfortándome a mí misma. Necesitaba a alguien, no importaba quien, pero en ese momento necesitaba a alguien.

Había oído algo acerca de la ley de atracción, decía que cuando deseabas algo con cada fibra de tu cuerpo y toda tu alma, y de verdad lo necesitabas, se hacía realidad o en su defecto algo similar. Nunca creí en aquello hasta este momento, cuando estaba derrumbándome y escuché unos pasos muy conocidos, acercándose a mí.
— ¿Mamá?
Esa dulce voz era justo la que precisaba, la única que me tranquilizaba al instante sin necesidad de decir ni una palabra más. Mi hija era — junto a su padre — mi mundo, la luz de mis ojos, mi salvación.
— Ven aquí, cielo. —le pedí, extendiendo mis brazos hacia ella.
Gateó por la cama hasta llegar a mi lado. La abracé y aspiré el aroma a fresias del nuevo shampoo, que desprendía su cabello.
— ¿Cómo has llegado hasta aquí? —pregunté una vez que volvió mi cordura.
— Tía Alice me ha traído —contestó y me tensé.
Alto… ¿Alice?
Debí haber estado tan absorta en mis pensamientos que no oí siquiera sus pasos al acercarla aquí. Esa cualidad de desconectarme del mundo exterior por tiempo indefinido, avergonzaría a cualquier vampiro.
Siempre pensé que en esta nueva vida, nada se me escaparía, y estaba muy orgullosa de eso, pero al parecer existen algunas excepciones a esa regla. Heme aquí. Lo molesto de todo esto es que me pasa muy a menudo y resulta insoportable darme cuenta de lo qué me he perdido, una vez que regreso a mi cuerpo. Edward nunca me había comprendido en ese aspecto, mientras yo estaba enfadada por eso, él solo sonreía y le restaba importancia.
— ¿Has dormido bien? ¿No tienes más sueño?
Tuve que preguntarle, pues sus ojitos estaban un poco colorados e hinchados y no de la manera característica del "recién despierto"
— Tuve pesadillas —susurró, frunciendo su ceño y haciendo una mueca.
— Oh, cariño —sonreí y besé su cabello — ¿Quieres contarme? Tal vez pueda ayudarte.
Negó con la cabeza frenéticamente casi al instante y escondiendo su rostro detrás de su larga cabellera, un gesto propio de mí.
Tomé su barbilla para que me mirara y la alenté con otra sonrisa. Era un método bastante efectivo para persuadirla, a sabiendas que lo mejor para aliviar una pesadilla era contándosela a alguien.
Por un momento se rehusó y usó el clásico método de enterrar su rostro en la almohada, pero fue cuestión de segundos antes de que suspirara y empezara a hablar.
— Prométeme que no te enojarás.
— Claro que no, te lo prometo.
Movió un poco la cabeza de la almohada, dejándome ver la mitad de su rostro. Rápidamente volvió a esconderse. Se veía realmente adorable, pero no pude evitar sentirme atemorizada por los sentimientos que estaban atravesando su pequeño corazoncito. Nunca antes me había esquivado de aquella manera.
— Era papá… no quiero que se vaya
Sus palabras me cayeron como una bomba.
Cuéntame, le dije y no podía echar el tiempo atrás. Comenzó a llorar y se me partió el corazón en mil pedazos.
Mi garganta comenzó a arder, tragué la ponzoña
— Papá no se va a ir a ningún lado, cielo. Él nunca nos dejaría.
Y de pronto un recuerdo reciente vino a mí, el pánico me invadió.
Nunca antes me había detenido a pensar en que tal vez los extraños sueños de Renesmee podían llegar significar algo. Siempre pensé que eran solo pesadillas como las que yo tenía cuando era humana, pero no las relacioné con la realidad. Ni siquiera se me había ocurrido hacerlo.
Tres días antes del accidente con mi padre, mi hija había tenido una pesadilla.

Edward apretó mi mano cuando escuchamos a nuestra pequeña moverse inquieta en la habitación de al lado. Fruncí el ceño y lo miré fijamente, buscando una respuesta. Entonces ya no habían quejidos, solo llanto.
En un abrir y cerrar de ojos, me encontraba junto a la cama de Nessie intentando desesperadamente, despertarla.
Renesmee, cielo. Despierta.
Sin embargo, y a pesar de haber recobrado la conciencia, no quiso abrir sus ojitos y continuó llorando.
Hice todo lo que estuvo a mi alcance para intentar tranquilizarla y nada dio resultado. Conforme el llanto aumentaba, el sentimiento de impotencia me carcomía. Edward sufría igual que yo, besó su frente y la acunó entre sus brazos como cuando era una bebé, pero tampoco funcionaba. Su ánimo comenzaba a decaer al igual que el mío.
Angustiado y abatido, tiraba de sus cabellos con su mano derecha y mordía sus labios, exprimiendo su mente buscando algo que le explicara que estaba pasando con su princesita. Desesperado por ayudarla o al menos calmarla, agotó todos sus recursos prácticos que había aprendido de una infinidad de libros de paternidad. Cuando notó que nada resultaba, explotó.
¡Santo cielo, me siento como un mal padre! ¡No se qué hacer! —gimió de frustración luego de exhalar bruscamente todo el aire contenido en sus pulmones.
¡No! ¡Edward, no! —Intenté convencerlo de que estaba equivocado —A veces los niños tienen pesadillas, es normal. Ella nunca había tenido una, por esa razón está tan abrumada y hace un berrinche. Debemos tener paciencia, Reneé lo dijo.
Pero mírala. No puedo solo dejarla llorar, no puedo…
Y no era lo que le estaba pidiendo. Además sabía se sobra que Edward nunca dejaría que Renesmee llorara sin su consuelo. Nunca lo había hecho, incluso en las más ridículas rabietas.
Ella había tenido una pesadilla, estaba segura. Y cuando se tranquilizara podríamos saber que la atormentaba de ese modo.
Luego de diez minutos de llorar en nuestros brazos, se calmó. Hipando, comenzó a relatarnos su mal sueño.
El abuelito Charlie… el abuelito Charlie —sollozó.
¿Qué sucede con el abuelito, corazón?
Estaba lastimado… alguien malo le hizo daño…Mami tengo miedo
Esa noche, o lo que restaba de ella, Renesmee durmió en nuestra habitación. No volvió a tener pesadillas en aquel día, pero eso no nos quitaba el disgusto de que pudiera volver a pasar.
Y en efecto, volvió a suceder.
Su segunda pesadilla nos incluía a Matthew y a mí peleando. ¿Coincidencia? Una es casualidad, dos son una extraña y sorprendente coincidencia, pero tres… si esta pesadilla se convertía en realidad, entonces debería considerar la posibilidad de que mi hija poseía más de un don, y éste se asemejaba al de Alice.

Edward llegó unos minutos más tarde. Parecía preocupado y se acercó a paso cauteloso. Se quedó mirando a Nessie dormir entre mis brazos hasta que clavó su mirada en mí.
A juzgar por el dolor en sus ojos, deduje que algo debían tener los míos, pues solo bastó una mirada para que se pusiera en el plan de marido comprensivo. Tu dolor es mi dolor… pero yo no quería preocuparlo contándole lo que acababa de descubrir aunque sabía que era mi deber decírselo. Aunque tal vez él podría hacer algo, lo entendería… o llevaría su preocupación al límite.
¡No! Edward es muy inteligente, el sabrá que hacer. O tal vez…
— Déjame llevar a Renesmee a su cuarto —susurró pasando sus brazos alrededor de su cuerpo para llevarla.
Al principio lo dejé, pero me llevó un fracción de segundo darme cuenta de lo que vendría después.
— ¡No! ¡Oh, no, Edward! —protesté en voz baja, evitando despertar a mi hija. —Déjala dormir aquí. Mírala, está tan cómoda…
Sabía que si se la llevaba me acorralaría para hablar sobre lo ocurrido. De verdad no me importaba si se trataba del asunto de Matthew, pero en cualquier momento se me escaparía de los labios lo referido a la pesadilla de Nessie. Y de verdad, yo no quería preocuparlo.
— Bella… — suspiró. Se notaba en su expresión que no estaba seguro y que no daría su brazo a torcer. Teníamos que hablar. —Espérame un momento. La arroparé y hablaremos. —Giré mi cabeza a un costado mientras él tomaba en brazos a Nessie. Desocupó una mano para sujetar mi mentón y obligarme a mirarlo. Sus ojos estaban en blanco, escondiendo todo sentimiento —Bella, mírame. Hablaremos.
Salió de la habitación y me sumí en el silencio maquinando un plan para evitar hablar de aquello, pero me di cuenta que era imposible. ¿Cómo podría ocultarle algo a Edward? ¿Cómo podría mantener en secreto mis preocupaciones cuando se trataba del amor de mi vida? Y lo más importante ¿Se haría realidad aquella pesadilla?
Mi cabeza daba vueltas sin rumbo alguno, volviendo siempre al mismo pensamiento… "Edward. Edward nos estaba abandonando"
Me encantaría poder asegurar que el sueño solo se trataba de una simple coincidencia, pero por alguna extraña razón mi pecho se contraía y me invadía una sensación de amargura cada vez que intentaba convencerme a mi misma de aquello. Y ¿Cómo podría convencer a los demás de que todo estaría bien si no podía estar segura yo misma? Estaba hecha un completo desastre y no tenía la más mínima idea de cómo superarlo. ¿De verdad nos abandonaría? Tal vez solo se trataba de algo insignificante que había sido sacado de contexto, no podría saberlo con exactitud.
Aquel raro y atemorizante presentimiento ocupaba gran parte de mi conciencia. Traté de ignorarlo cuando oí a Edward a tan solo unos pasos de mi lugar.
"Tranquila Bella, puedes hacerlo. No preocupes a Edward en vano"
— Entiendes que me he enterado de todo ¿Verdad? —dijo, recostándose a mi lado.
Asentí lentamente con resignación, pero también con alivio por el tema al que se dirigiría la discusión. Si lo distraía lo suficiente con mi percance con Matt probablemente lo interpretaría como la única razón de mi inquietud. Con un poco de suerte, no me haría hablar más de lo que él creyera necesario.
— Cielo, no ha sido culpa tuya…
— Si lo fue. Es mejor admitirlo que seguir ignorando mi increíble facilidad por arruinar las cosas.
Pude notar de reojo que fruncía el ceño, como cada vez que contradecía sus palabras cuando estaba tan convencido de tener razón. Pero la verdad era que la culpa había sido mía y solo mía.
Suspiró y tomó mi mano para besarla en un gesto dulce. Luego me dio un apretón y se dedicó a jugar con un mechón de mi cabello.
— Hay algo que te he estado ocultando — soltó de repente.
Me extrañó tanto que Edward me estaba escondiendo algo que me senté de golpe y clavé mi mirada en sus ojos. Parecía realmente perdido en sus preocupaciones.
Entonces recordé que yo también tenía mi secreto y no estaba en mis planes el que él se enterara. Pero ¿De qué se trataba su secreto? A juzgar por su expresión, se trataba de algo grande, verdaderamente grande.

Después de tanto tiempo, estoy aquí de regreso. No tengo excusas pero estoy aquí.
El próximo capítulo está el proceso y es el penúltimo. Está escrito en tercera persona porque se viene una gran tormenta y debemos concentrarnos en las emociones de tres personas. No es muy largo porque como saben, no me gusta escribir capítulos largos.
Espero poder terminarlo para este viernes, en todo caso ya estoy escribiéndolo.
Rezo para que la inspiración no se me escape otra vez y pueda terminar el fanfic antes del segundo aniversario de mi blog. Creo que todos estamos un poco desconcentrados por los acontecimientos en el mundo Robsten pero debemos seguir adelante... Estaré en contacto por Face y Twitter.
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