viernes, 28 de octubre de 2011

♥ SFT - Capítulo 7 ♥


 CAPÍTULO 7
Bella durmiente

—Mi mamá… ¡mama! —gritó agitando la mano, llamando la atención de una persona.
Al mismo tiempo que los pensamientos del niño se bloqueaban y desbloqueaban con frenesí mareándome, fui arrollado por un aroma terrible y a la vez maravilloso. Fue como recibir un golpe con una barra de acero puro en la cara.
Oí una respiración acelerada, asustada y frenética de la que supuse sería su madre, seguramente causada por el susto de haber perdido a su hijo.
Me acerqué junto al niño, con el corazón en la garganta por aquel aroma tan atropellador que no había sentido desde hacía siete años.
Y fue entonces cuando la vi… y no lo pude creer.
Su rostro descompuesto por la angustia, se transformó en un claro signo de alivio. Abrió los brazos invitando a su pequeño a que se incorporara, él correspondió y la abrazó con todas sus fuerzas.
¿Infeliz? ¿Cómo se había atrevido, Alice, a llamarla infeliz?
Ella no lo era, claro estaba que tenía un hijo al que amaba y seguramente un esposo que la esperara en casa. Seguramente tenía la vida que yo nunca le habría podido dar.
Poseía lo que garantizaba la felicidad, una familia y alguien a quien amar.
Fue cuando me sentí mas solo y triste que nunca, el ver a mi amor escapar de mis manos de aquella manera, aunque yo mismo le había pedido que rehiciera su vida.
Era ella, mi amor, mi Bella. Aunque tal vez ya no era mía…
Mi corazón se entrujaba en dolorosos espasmos, mientras levantaba la mirada del piso, la veía y mas consiente era de la realidad. Musité su nombre con pesar, tan solo por el placer de volver a escucharlo mientras la tenía en frente.
Y como si mi masoquismo no fuera tal, seguía allí parado, esperando que se diera la vuelta o que me mirara fijamente para poder perderme en aquellos ojos chocolate que tanto amaba.
Mírame mi amor, mírame Bella…
—Mami, el buen señor me trajo hasta aquí —le explicó el pequeño Anthony, mientras que yo seguía rogando por una mirada —cuando me perdí, el se ofreció a ayudarme. Él lo hizo mami, me trajo hasta ti de vuelta.
Ese fue el momento en que mis deseos fueron cumplidos.
Sus ojos se encontraron con los míos, y me sentí a morir. Aquellos orbes por los que yo había velado, por los que habría entregado mi propia vida, ahora parecían querer huir.
Apenas despertó del shock, dio un paso hacia atrás con una expresión totalmente aterrorizada y, por lo que supuse que sería instinto maternal, tomó a su hijo entre sus brazos, aprisionándolo e intentando brindarle mayor protección, como si yo fuera el depredador y ellos la presa.
Ella no había apartado sus ojos de los míos, lo que confundía a su hijo quien se proponía con todas sus fuerzas, librarse del agarre de su madre.
—Mamá, estás lastimándome —se quejó el pequeño Anthony.
Pero ella lo ignoró y siguió petrificada en su lugar.
Fue cuando miré su rostro por segunda vez que me percaté de la exagerada palidez de su piel, de sus orbes chocolates totalmente diferentes a los que recordaba. Esos estaban apagados, fríos… los sentimientos pasaban como una diapositiva a través de ellos. Miedo, dolor, preocupación, ira, pánico, nostalgia, tristeza. Ahora, una fina lámina brillante los cubría, eran las lágrimas que amenazaban con salir.
Sin embargo, todavía s podía leer “miedo” en todas sus facciones, incluso en la postura con la que defendía al niño.
—Bella —murmuré, antes de acercarme lentamente hacia ella.
No a propósito, sino inconscientemente mi cuerpo demandaba la cercanía del suyo. Cada vez era aún más sofocante, pero placentero, el calor que emanaba. El aroma de su sangre… quemaba en mi garganta. Y su cabello, su hermoso cabello... mis manos se tentaban en acariciarlo.
Negó con la cabeza frenéticamente y cerró sus ojos, como si esperara que todo esto fuera solo un sueño.
—Cielo, por favor, mírame —supliqué, con la voz rota al notar las desgarradoras lágrimas que caían por sus mejillas.
Su piel empezaba a tomar color, a la par de los temblores de su cuerpo provocados por los sollozos. Abrió sus ojos de repente y me dejó ver el daño que había hecho.
Pude notarlo, pude ver absolutamente todo antes de que se transformaran en una barrera de hielo.
Luego de exhalar todo el aire contenido en sus pulmones e inhalar profundamente para repetir la primera acción un par de veces mas, soltó a Anthony y le tomó del brazo con dulzura mientras sus manos temblaban. Sin embargo, no esperaba su siguiente reacción.
Jaló al niño para caminar en mi dirección contraria, alejándose sin volver la mirada atrás… como si yo no estuviese allí. Sus pasos eran decididos, pero los temblores la delataban; sabía que estaba tentada a darse la vuelta.
Y como si fuera poco, la seguí con la misma lentitud hasta estar de su lado.
—Bella, por favor —insistí, sin obtener respuesta —No me ignores así, te lo suplico —esperé a que contestara, pero no lo hizo. Continuó su camino a la par que sus lágrimas continuaban cayendo. Pero yo estaba decidido, ahora hablaría conmigo, teníamos muchas cosas que aclarar; y a mi, la culpa me estaba matando —Te ruego una palabra, Bells. Necesito que hablemos
Necesitaba oír su voz, pero ella no cooperaba.
Fue cuando puse mi mano en su hombro, que explotó.
—No… no, ¡NO! —murmuró, para luego terminar gritando. —¡No estás aquí! ¡No es cierto! —Apretó a Anthony contra su pecho, aún mas. El niño nos miraba desconcertado —¡Dios, han pasado siete años, ya puedes dejarme en paz!
¿Acaso no me veía? ¿Acaso no estaba escuchándome?
—Pero, Bella… —intenté protestar, pero me detuve al escuchar el desgarrador gruñido que salía de su garganta.
—¡Cállate! —gritó en mi dirección —¿No te das cuenta que me hieres? —Suspiró profundamente antes de continuar —Hace tres años que no aparecías, tres años que pude sentirme normal otra vez, sin temer estar loca por verte en todas partes. Ahora te ves tan malditamente real y no se si estoy soñando o… ¿Porqué vuelves ahora?
Le miré como si en verdad si hubiera vuelto loca, puesto a que yo no la había visto desde hace siete años. ¿Verme en todas partes? Yo nunca regresé, hasta ahora.
—No entiendo de que estás hablando —solté en un suspiro de frustración
Alcé la mano para acariciar su mejilla, pero me arrepentí de inmediato.
—¡Vete! —Espetó, mientras empujaba mi brazo bruscamente —¡Deja de lastimarme! ¿No ves que me estás matando? —hipó, antes de sumirse en la inconsciencia y precipitarse hacia el suelo.
La tomé en brazos antes de que se golpeara y, la sentí tan vulnerable y frágil como antes.
BellaPOV
¿Cómo es que una situación podía dar un giro 180º en cuestión de unos minutos?
Apenas había entrado en el supermercado, un escalofrío recorrió mi espalda y me sentí aterrada, puesto a que esto solo sucedía cuando algo malo iba a pasar. Pero ya no podía hacer nada, estaba aquí y lo mejor era acabar con las compras lo más rápido posible para regresar a casa.
Como siempre, la suerte no estaba de mi lado y en menos de dos segundos que despegué la vista de mi pequeño Tony, le había extraviado. Me sentí desesperada, nunca había entendido a aquellas madres histéricas que buscaban a sus hijos sobrepasando la cordura, pero me puse en su lugar cuando miles de imágenes aparecieron en mi cabeza, pensando en las posibilidades de mi hijo, desde la más leve  las peores. Nunca me perdonaría si algo le sucediera y yo no me esforzara en evitarlo, así que me propuse solucionarlo.
Me obligué a mi misma a tranquilizarme, pues en mi arrebato de angustia no conseguiría llegar a nada. Respiré profundamente un par de veces y lo busqué por cada pasillo, llamándolo, con la esperanza de que solo se hubiera alejado para ver algo. Lo primero en lo que pensé fue la sección de juegos, estaba casi segura que lo encontraría contemplando la pista de autos de juguete a la cuál le había prestado especial interés en los últimos meses. Una vez más me equivoqué, mi corazón se estrujó al ver solo rostros desconocidos. Lo peor fue saber que aquel era el último pasillo del Wal-Mart.
Sin pensarlo dos veces y para la sorpresa de muchos clientes, solté el canasto de golpe y salí corriendo hacia la entrada cuando vi a un oficial de policía.
—Disculpe, necesito su ayuda —le pedí con lágrimas en los ojos —He extraviado a mi niño, ¡Debe ayudarme a encontrarlo! ¡Se lo suplico!
El uniformado dio un paso hacia atrás instintivamente ante mi exasperación, hasta que reaccionó y me colocó una mano en mi hombro.
—Tranquilícese señorita, si está tan agitada no podrá colaborarme mucho —acordó, y yo asentí hipando —¿Ya se fijó si no está en el pasillo de juegos? Muchos niños se distraen allí —negué al instante y el suspiró —¿Y en los demás pasillos?
También negué, pero esta vez mas insistentemente, puesto a que no me estaba auxiliando como debería sino que me estaba pidiendo que hiciera el trabajo.
—Créame cuándo le digo que lo he buscado por todo el edificio —le informé antes de que me enviara a inspeccionar el local completo y me hiciera perder más tiempo —¡Dios! No puede haber ido muy lejos ¡Solo tiene seis años! ¿Va a ayudarme o me va a seguir interrogando? —exasperé, para luego ponerme peor cundo torció el gesto como si representara una carga para él. ¿Por qué no podía limitarse a colaborar con la búsqueda? Después de todo este es su trabajo ¿verdad? Y yo aquí, sintiéndome la peor madre del mundo por no saber cuidar de un niño —¡Maldición, no se quede ahí parado!
—Señora, por favor…
—¡Váyase al diablo! —Exploté al notar su indiferencia —Si usted quiere perder el tiempo buscándolo allí dentro cuando yo ya me encargué de eso, ¡Pues vaya! Yo iré a buscarlo fuera, porque un maldito policía no quiere creerle una madre desesperada y no fue capaz de detener a un niño de seis años que salía del edificio solo.
No sé de donde me salió tanta agresividad, solo sabía que estaba muriendo por dentro y debía encontrar a la única razón de existir que me quedaba.
Una mujer mayor, que había escuchado toda la conversación, me dijo que le había visto correr calle arriba, pero a este paso ya se habría alejado demasiado como para volver solo.
Después de aquello y de imaginar mil cosas horribles, escuche la mejor palabra del mundo. La única que yo quería escuchar…
—¡Mamá! —dijo aquella voz que tenía el poder de parar el calvario que estaba viviendo. Mi corazón pegó un brinco ante esa maravillosa melodía.
La sensación de alivio fue inmensa y no necesité mirarlo para saber que era mi Anthony. En el momento en el que me di la vuelta, todo desapareció a nuestro alrededor, solo era él, solo él; la luz de mi vida había regresado a mi, y corría con sus bracitos extendidos.
Me sentía en la cima de la plenitud y el sentirlo otra vez en mis brazos, sano y salvo, fue el éxtasis.
No lloré, no hablé, solo lo abracé con todas mis fuerzas para sentir que no me había abandonado y que jamás lo volvería a perder de vista ¿Cómo pude haber sido tan irresponsable? No se que habría hecho si algo le sucedía, mi vida se habría derrumbado.
—Mami, el buen señor me trajo hasta aquí –me explicó Tony, sacándome de mis pensamientos con aquella inocencia que lo caracterizaba—cuando me perdí, el se ofreció a ayudarme. Él lo hizo mami, me trajo hasta ti de vuelta.
Me levanté con la intención de alabar al hombre y agradecerle de todo corazón por su solidaridad, pero no esperaba encontrarme con ese perfecto producto de mi imaginación.
Entré en shock por aquella belleza tan inhumana y devastadora que había hecho estragos en mi durante años. Era él, el único hombre al que le entregué mi corazón, el único al que amé con locura y el único que pudo destruirme en cuestión de segundos… Edward Anthony Cullen, el nombre de la perfección.
Hacía ya tres años que no lo veía siquiera en mis alucinaciones. Temía estar volviéndome loca y quise acercarme a la muerte cada vez más solo para verlo y oírlo. Solo a él. Pero luego de tener a tener a Tony, su aparición se hacía cada vez menos frecuente hasta que un día desapareció y no lo volví a ver.
Esos fueron los meses más terribles de mi vida, porque ya no tenía siquiera su recuerdo, y caí en la depresión. Solo mi hijo pudo sacarme de ese agujero negro en el que estaba atrapada.
Entonces entré en razón, mi vida había sido más fácil desde que ya no se aparecía. Pero ahora estaba de regreso, y no iba a dejar que lo complicara todo de nuevo. Y me dio miedo, me aterré ante la idea de que no solo me hiriera a mí, sino que cometiera una locura y mi hijo saliera implicado. O que tal vez, yo hiriera a mi niño por su causa. Por impulso, lo  tomé en brazos demasiado fuerte para su gusto; no me importó que se removiera, solo necesitaba sentirlo a salvo.
Recordé las palabras de Jacob, que por mas crudas eran verdad “El ya no está aquí, Bells ¿Acaso lo ves? Te ha abandonado. No volverá a herirte. Debes seguir adelante”
Me reproché el pensar cosas tan estúpidas, por dejarme sobrepasar por la situación. No debería preocuparme por algo que no existe. Quise irme de inmediato, pero escuché su voz…
—Cielo, por favor, mírame —dijo, y creí que me desmayaría al escucharlo después de tanto tiempo. Esto solo podía ser un sueño.
No pude controlarme más y rompí a llorar que, aunque en voz baja se podía notar. Tomé en cuenta los consejos de Charlie, respiré profundamente e intenté ignorarlo.
Decididamente, pero aún tentada de volver a mirar la imagen del amor de mi vida, huí de aquel lugar dejando atrás todo rastro de miedo y me prometí no actuar diferente por el bien de mi hijo. Volvería a casa y me ajustaría a la rutina. Besaría a Jacob y prepararía la cena, para luego acostar a Tony y dormir en mi solitario y frío lecho.
Luché para continuar mi camino, lo que fue una verdadera batalla ya que podía oír a mi ángel insistir en que lo mirara y le hablara. Él quería hablar conmigo.
Fui fuerte todo lo que pude, hasta que sentí sus fríos dedos sobre mi hombro. Pero, tal como la adrenalina, el placer fue momentáneo y me dejó vacía, haciéndome regresar a la realidad. Él me había abandonado, él no me amaba, él no estaba aquí.
—No… no, ¡NO! —Exploté, ante aquella cruel tortura —¡No estás aquí! ¡No es cierto! ¡Dios, han pasado siete años, ya puedes dejarme en paz! —le grité al cielo, rogándole que detuviera mi sufrir y que me liberara de la condena.
—Pero, Bella…
Gruñí de frustración, él continuaba aquí.
— ¡Cállate! —Le ordené, pues si quien estuviera allí arriba no me ayudaba, lo haría yo sola —¿No te das cuenta que me hieres? Hace tres años que no aparecías, tres años que pude sentirme normal otra vez, sin temer estar loca por verte en todas partes. Ahora te ves tan malditamente real y no sé si estoy soñando o… ¿Porqué vuelves ahora?
Edward parecía no entender, puesto  que e cuenta de irse, intentó acariciar mi mejilla.
—¡Vete!—Aparté su brazo y jadee por lo real que se sentía —¡Deja de lastimarme! ¿No ves que me estás matando?
Luego de eso, todo se volvió negro. Luché por regresar a la realidad, pero lo máximo que pude lograr, fue el estar en un punto medio y oír todo lo que me rodeaba.
—¡Mamá! ¡Mami! —Escuché una voz gritar, desde lo más profundo de mi subconsciente sabía que era mi hijo —¡Mami, despierta! ¡Por favor, levántate! —los sollozos no se hicieron esperar, pero me rompió el corazón el sentir que me tomaba la mano y la colocaba en su carita. Pude sentir sus lágrimas, humedeciendo la suave piel de Anthony —Mami, por favor… ¡Abre los ojos!
Luego, al escuchar la voz de Edward llamarme  y la cercanía de su aliento, perdí la poca concentración que había logrado retener. Solo percibía un montón de murmullos incoherentes y casi silenciosos. Solo eran zumbidos en la nada…
Unos brazos fríos se deslizaron por mi espalda y me levantaron del suelo, entonces me sentí más segura y reconfortada que nunca por lo que me dejé ir.
Justo cuando empecé a volver a mí, los sonidos que  escuché no fueron los más agradables.
— ¿¡Quien eres tú y que haces con la mujer de mi hermano en brazos?!

- - - OoO - - - 0oO - - - oOo - - - oOo - - - oOo - - -
No tengo mucho que decir mas que lamento la demora. 
Esto se va a poner mas dramático todavía porque Bella recién se despierta, que sucederá? ni yo lo se... todavía... o si?
Los quiero un montón

3 comentarios:

  1. Esta muy bueno no veo la hora q subas otro cap!!! ^^

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  2. ah por cierto soy Gisse y m encanta como estas escribiendo sta historia!!!

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  3. oye me qede picada espero y subas pronto el new capitulo xq me qede emocionada jeje

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