CAPÍTULO 7
Bella durmiente
—Mi mamá… ¡mama! —gritó agitando la mano, llamando la
atención de una persona.
Al mismo tiempo que los pensamientos del niño se
bloqueaban y desbloqueaban con frenesí mareándome, fui arrollado por un aroma
terrible y a la vez maravilloso. Fue como recibir un golpe con una barra de
acero puro en la cara.
Oí una respiración acelerada, asustada y frenética de la
que supuse sería su madre, seguramente causada por el susto de haber perdido a
su hijo.
Me acerqué junto al niño, con el corazón en la
garganta por aquel aroma tan atropellador que no había sentido desde hacía
siete años.
Y fue entonces cuando la vi… y no lo pude creer.
Su rostro descompuesto por la angustia, se transformó
en un claro signo de alivio. Abrió los brazos invitando a su pequeño a que se
incorporara, él correspondió y la abrazó con todas sus fuerzas.
¿Infeliz? ¿Cómo se había atrevido, Alice, a llamarla
infeliz?
Ella no lo era, claro estaba que tenía un hijo al que
amaba y seguramente un esposo que la esperara en casa. Seguramente tenía la
vida que yo nunca le habría podido dar.
Poseía lo que garantizaba la felicidad, una familia y
alguien a quien amar.
Fue cuando me sentí mas solo y triste que nunca, el
ver a mi amor escapar de mis manos de aquella manera, aunque yo mismo le había
pedido que rehiciera su vida.
Era ella, mi amor, mi Bella. Aunque tal vez ya no era
mía…
Mi corazón se entrujaba en dolorosos espasmos,
mientras levantaba la mirada del piso, la veía y mas consiente era de la
realidad. Musité su nombre con pesar, tan solo por el placer de volver a
escucharlo mientras la tenía en frente.
Y como si mi masoquismo no fuera tal, seguía allí
parado, esperando que se diera la vuelta o que me mirara fijamente para poder
perderme en aquellos ojos chocolate que tanto amaba.
Mírame mi amor, mírame Bella…
—Mami, el buen señor me trajo hasta aquí —le explicó
el pequeño Anthony, mientras que yo seguía rogando por una mirada —cuando me
perdí, el se ofreció a ayudarme. Él lo hizo mami, me trajo hasta ti de vuelta.
Ese fue el momento en que mis deseos fueron cumplidos.
Sus ojos se encontraron con los míos, y me sentí a
morir. Aquellos orbes por los que yo había velado, por los que habría entregado
mi propia vida, ahora parecían querer huir.
Apenas despertó del shock, dio un paso hacia atrás con
una expresión totalmente aterrorizada y, por lo que supuse que sería instinto
maternal, tomó a su hijo entre sus brazos, aprisionándolo e intentando
brindarle mayor protección, como si yo fuera el depredador y ellos la presa.
Ella no había apartado sus ojos de los míos, lo que
confundía a su hijo quien se proponía con todas sus fuerzas, librarse del
agarre de su madre.
—Mamá, estás lastimándome —se quejó el pequeño
Anthony.
Pero ella lo ignoró y siguió petrificada en su lugar.
Fue cuando miré su rostro por segunda vez que me
percaté de la exagerada palidez de su piel, de sus orbes chocolates totalmente
diferentes a los que recordaba. Esos estaban apagados, fríos… los sentimientos
pasaban como una diapositiva a través de ellos. Miedo, dolor, preocupación,
ira, pánico, nostalgia, tristeza. Ahora, una fina lámina brillante los cubría,
eran las lágrimas que amenazaban con salir.
Sin embargo, todavía s podía leer “miedo” en todas sus
facciones, incluso en la postura con la que defendía al niño.
—Bella —murmuré, antes de acercarme lentamente hacia
ella.
No a propósito, sino inconscientemente mi cuerpo
demandaba la cercanía del suyo. Cada vez era aún más sofocante, pero
placentero, el calor que emanaba. El aroma de su sangre… quemaba en mi garganta.
Y su cabello, su hermoso cabello... mis manos se tentaban en acariciarlo.
Negó con la cabeza frenéticamente y cerró sus ojos,
como si esperara que todo esto fuera solo un sueño.
—Cielo, por favor, mírame —supliqué, con la voz rota
al notar las desgarradoras lágrimas que caían por sus mejillas.
Su piel empezaba a tomar color, a la par de los temblores
de su cuerpo provocados por los sollozos. Abrió sus ojos de repente y me dejó
ver el daño que había hecho.
Pude notarlo, pude ver absolutamente todo antes de que
se transformaran en una barrera de hielo.
Luego de exhalar todo el aire contenido en sus pulmones
e inhalar profundamente para repetir la primera acción un par de veces mas,
soltó a Anthony y le tomó del brazo con dulzura mientras sus manos temblaban.
Sin embargo, no esperaba su siguiente reacción.
Jaló al niño para caminar en mi dirección contraria,
alejándose sin volver la mirada atrás… como si yo no estuviese allí. Sus pasos
eran decididos, pero los temblores la delataban; sabía que estaba tentada a
darse la vuelta.
Y como si fuera poco, la seguí con la misma lentitud
hasta estar de su lado.
—Bella, por favor —insistí, sin obtener respuesta —No
me ignores así, te lo suplico —esperé a que contestara, pero no lo hizo.
Continuó su camino a la par que sus lágrimas continuaban cayendo. Pero yo
estaba decidido, ahora hablaría conmigo, teníamos muchas cosas que aclarar; y a
mi, la culpa me estaba matando —Te ruego una palabra, Bells. Necesito que
hablemos
Necesitaba oír su voz, pero ella no cooperaba.
Fue cuando puse mi mano en su hombro, que explotó.
—No… no, ¡NO! —murmuró, para luego terminar gritando. —¡No
estás aquí! ¡No es cierto! —Apretó a Anthony contra su pecho, aún mas. El niño
nos miraba desconcertado —¡Dios, han pasado siete años, ya puedes dejarme en
paz!
¿Acaso no me veía? ¿Acaso no estaba escuchándome?
—Pero, Bella… —intenté protestar, pero me detuve al escuchar
el desgarrador gruñido que salía de su garganta.
—¡Cállate! —gritó en mi dirección —¿No te das cuenta
que me hieres? —Suspiró profundamente antes de continuar —Hace tres años que no
aparecías, tres años que pude
sentirme normal otra vez, sin temer estar loca por verte en todas partes. Ahora
te ves tan malditamente real y no se si estoy soñando o… ¿Porqué vuelves ahora?
Le miré como si en verdad si hubiera vuelto loca,
puesto a que yo no la había visto desde hace siete años. ¿Verme en todas
partes? Yo nunca regresé, hasta ahora.
—No entiendo de que estás hablando —solté en un
suspiro de frustración
Alcé la mano para acariciar su mejilla, pero me
arrepentí de inmediato.
—¡Vete! —Espetó, mientras empujaba mi brazo
bruscamente —¡Deja de lastimarme! ¿No ves que me estás matando? —hipó, antes de
sumirse en la inconsciencia y precipitarse hacia el suelo.
La tomé en brazos antes de que se golpeara y, la sentí
tan vulnerable y frágil como antes.
BellaPOV
¿Cómo es que una situación podía dar un giro 180º en
cuestión de unos minutos?
Apenas había entrado en el supermercado, un escalofrío
recorrió mi espalda y me sentí aterrada, puesto a que esto solo sucedía cuando
algo malo iba a pasar. Pero ya no podía hacer nada, estaba aquí y lo mejor era
acabar con las compras lo más rápido posible para regresar a casa.
Como siempre, la suerte no estaba de mi lado y en
menos de dos segundos que despegué la vista de mi pequeño Tony, le había
extraviado. Me sentí desesperada, nunca había entendido a aquellas madres
histéricas que buscaban a sus hijos sobrepasando la cordura, pero me puse en su
lugar cuando miles de imágenes aparecieron en mi cabeza, pensando en las
posibilidades de mi hijo, desde la más leve
las peores. Nunca me perdonaría si algo le sucediera y yo no me
esforzara en evitarlo, así que me propuse solucionarlo.
Me obligué a mi misma a tranquilizarme, pues en mi
arrebato de angustia no conseguiría llegar a nada. Respiré profundamente un par
de veces y lo busqué por cada pasillo, llamándolo, con la esperanza de que solo
se hubiera alejado para ver algo. Lo primero en lo que pensé fue la sección de
juegos, estaba casi segura que lo encontraría contemplando la pista de autos de
juguete a la cuál le había prestado especial interés en los últimos meses. Una
vez más me equivoqué, mi corazón se estrujó al ver solo rostros desconocidos.
Lo peor fue saber que aquel era el último pasillo del Wal-Mart.
Sin pensarlo dos veces y para la sorpresa de muchos
clientes, solté el canasto de golpe y salí corriendo hacia la entrada cuando vi
a un oficial de policía.
—Disculpe, necesito su ayuda —le pedí con lágrimas en
los ojos —He extraviado a mi niño, ¡Debe ayudarme a encontrarlo! ¡Se lo
suplico!
El uniformado dio un paso hacia atrás instintivamente
ante mi exasperación, hasta que reaccionó y me colocó una mano en mi hombro.
—Tranquilícese señorita, si está tan agitada no podrá
colaborarme mucho —acordó, y yo asentí hipando —¿Ya se fijó si no está en el
pasillo de juegos? Muchos niños se distraen allí —negué al instante y el
suspiró —¿Y en los demás pasillos?
También negué, pero esta vez mas insistentemente,
puesto a que no me estaba auxiliando como debería sino que me estaba pidiendo
que hiciera el trabajo.
—Créame cuándo le digo que lo he buscado por todo el
edificio —le informé antes de que me enviara a inspeccionar el local completo y
me hiciera perder más tiempo —¡Dios! No puede haber ido muy lejos ¡Solo tiene
seis años! ¿Va a ayudarme o me va a seguir interrogando? —exasperé, para luego
ponerme peor cundo torció el gesto como si representara una carga para él. ¿Por
qué no podía limitarse a colaborar con la búsqueda? Después de todo este es su
trabajo ¿verdad? Y yo aquí, sintiéndome la peor madre del mundo por no saber
cuidar de un niño —¡Maldición, no se quede ahí parado!
—Señora, por favor…
—¡Váyase al diablo! —Exploté al notar su indiferencia —Si
usted quiere perder el tiempo buscándolo allí dentro cuando yo ya me encargué
de eso, ¡Pues vaya! Yo iré a buscarlo fuera, porque un maldito policía no
quiere creerle una madre desesperada y no fue capaz de detener a un niño de
seis años que salía del edificio solo.
No sé de donde me salió tanta agresividad, solo sabía
que estaba muriendo por dentro y debía encontrar a la única razón de existir
que me quedaba.
Una mujer mayor, que había escuchado toda la
conversación, me dijo que le había visto correr calle arriba, pero a este paso
ya se habría alejado demasiado como para volver solo.
Después de aquello y de imaginar mil cosas horribles,
escuche la mejor palabra del mundo. La única que yo quería escuchar…
—¡Mamá! —dijo aquella voz que tenía el poder de parar
el calvario que estaba viviendo. Mi corazón pegó un brinco ante esa maravillosa
melodía.
La sensación de alivio fue inmensa y no necesité
mirarlo para saber que era mi Anthony. En el momento en el que me di la vuelta,
todo desapareció a nuestro alrededor, solo era él, solo él; la luz de mi vida
había regresado a mi, y corría con sus bracitos extendidos.
Me sentía en la cima de la plenitud y el sentirlo otra
vez en mis brazos, sano y salvo, fue el éxtasis.
No lloré, no hablé, solo lo abracé con todas mis
fuerzas para sentir que no me había abandonado y que jamás lo volvería a perder
de vista ¿Cómo pude haber sido tan irresponsable? No se que habría hecho si
algo le sucedía, mi vida se habría derrumbado.
—Mami, el buen señor me trajo hasta aquí –me explicó
Tony, sacándome de mis pensamientos con aquella inocencia que lo caracterizaba—cuando
me perdí, el se ofreció a ayudarme. Él lo hizo mami, me trajo hasta ti de
vuelta.
Me levanté con la intención de alabar al hombre y
agradecerle de todo corazón por su solidaridad, pero no esperaba encontrarme
con ese perfecto producto de mi imaginación.
Entré en shock por aquella belleza tan inhumana y
devastadora que había hecho estragos en mi durante años. Era él, el único
hombre al que le entregué mi corazón, el único al que amé con locura y el único
que pudo destruirme en cuestión de segundos… Edward Anthony Cullen, el nombre
de la perfección.
Hacía ya tres años que no lo veía siquiera en mis
alucinaciones. Temía estar volviéndome loca y quise acercarme a la muerte cada
vez más solo para verlo y oírlo. Solo a él. Pero luego de tener a tener a Tony,
su aparición se hacía cada vez menos frecuente hasta que un día desapareció y
no lo volví a ver.
Esos fueron los meses más terribles de mi vida, porque
ya no tenía siquiera su recuerdo, y caí en la depresión. Solo mi hijo pudo
sacarme de ese agujero negro en el que estaba atrapada.
Entonces entré en razón, mi vida había sido más fácil
desde que ya no se aparecía. Pero ahora estaba de regreso, y no iba a dejar que
lo complicara todo de nuevo. Y me dio miedo, me aterré ante la idea de que no
solo me hiriera a mí, sino que cometiera una locura y mi hijo saliera implicado.
O que tal vez, yo hiriera a mi niño por su causa. Por impulso, lo tomé en brazos demasiado fuerte para su
gusto; no me importó que se removiera, solo necesitaba sentirlo a salvo.
Recordé las palabras de Jacob, que por mas crudas eran
verdad “El ya no está aquí, Bells ¿Acaso lo ves? Te ha abandonado. No volverá a
herirte. Debes seguir adelante”
Me reproché el pensar cosas tan estúpidas, por dejarme
sobrepasar por la situación. No debería preocuparme por algo que no existe. Quise
irme de inmediato, pero escuché su voz…
—Cielo, por favor, mírame —dijo, y creí que me
desmayaría al escucharlo después de tanto tiempo. Esto solo podía ser un sueño.
No pude controlarme más y rompí a llorar que, aunque
en voz baja se podía notar. Tomé en cuenta los consejos de Charlie, respiré
profundamente e intenté ignorarlo.
Decididamente, pero aún tentada de volver a mirar la
imagen del amor de mi vida, huí de aquel lugar dejando atrás todo rastro de
miedo y me prometí no actuar diferente por el bien de mi hijo. Volvería a casa
y me ajustaría a la rutina. Besaría a Jacob y prepararía la cena, para luego
acostar a Tony y dormir en mi solitario y frío lecho.
Luché para continuar mi camino, lo que fue una
verdadera batalla ya que podía oír a mi ángel insistir en que lo mirara y le
hablara. Él quería hablar conmigo.
Fui fuerte todo lo que pude, hasta que sentí sus fríos
dedos sobre mi hombro. Pero, tal como la adrenalina, el placer fue momentáneo y
me dejó vacía, haciéndome regresar a la realidad. Él me había abandonado, él no
me amaba, él no estaba aquí.
—No… no, ¡NO! —Exploté, ante aquella cruel tortura —¡No
estás aquí! ¡No es cierto! ¡Dios, han pasado siete años, ya puedes dejarme en
paz! —le grité al cielo, rogándole que detuviera mi sufrir y que me liberara de
la condena.
—Pero, Bella…
Gruñí de frustración, él continuaba aquí.
— ¡Cállate! —Le ordené, pues si quien estuviera allí
arriba no me ayudaba, lo haría yo sola —¿No te das cuenta que me hieres? Hace
tres años que no aparecías, tres años
que pude sentirme normal otra vez, sin temer estar loca por verte en todas partes.
Ahora te ves tan malditamente real y no sé si estoy soñando o… ¿Porqué vuelves
ahora?
Edward parecía no entender, puesto que e cuenta de irse, intentó acariciar mi
mejilla.
—¡Vete!—Aparté su brazo y jadee por lo real que se
sentía —¡Deja de lastimarme! ¿No ves que me estás matando?
Luego de eso, todo se volvió negro. Luché por regresar
a la realidad, pero lo máximo que pude lograr, fue el estar en un punto medio y
oír todo lo que me rodeaba.
—¡Mamá! ¡Mami! —Escuché una voz gritar, desde lo más
profundo de mi subconsciente sabía que era mi hijo —¡Mami, despierta! ¡Por
favor, levántate! —los sollozos no se hicieron esperar, pero me rompió el
corazón el sentir que me tomaba la mano y la colocaba en su carita. Pude sentir
sus lágrimas, humedeciendo la suave piel de Anthony —Mami, por favor… ¡Abre los
ojos!
Luego, al escuchar la voz de Edward llamarme y la cercanía de su aliento, perdí la poca
concentración que había logrado retener. Solo percibía un montón de murmullos
incoherentes y casi silenciosos. Solo eran zumbidos en la nada…
Unos brazos fríos se deslizaron por mi espalda y me
levantaron del suelo, entonces me sentí más segura y reconfortada que nunca por
lo que me dejé ir.
Justo cuando empecé a volver a mí, los sonidos
que escuché no fueron los más
agradables.
— ¿¡Quien eres tú y que haces con la mujer de mi
hermano en brazos?!
- - - OoO - - - 0oO - - - oOo - - - oOo - - - oOo - - -
No tengo mucho que decir mas que lamento la demora.
Esto se va a poner mas dramático todavía porque Bella recién se despierta, que sucederá? ni yo lo se... todavía... o si?
Los quiero un montón
Esta muy bueno no veo la hora q subas otro cap!!! ^^
ResponderEliminarah por cierto soy Gisse y m encanta como estas escribiendo sta historia!!!
ResponderEliminaroye me qede picada espero y subas pronto el new capitulo xq me qede emocionada jeje
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