viernes, 22 de julio de 2011

♥ CAP 20 - Regalos ♥

CAPITULO 20
Regalos

Ya había anochecido cuando empezaron a irse. La fiesta había tomado un rumbo espectacular, marchó de maravillas y lo habían disfrutado.
Luego de algunos llantos, sollozos y sonrisas por la canción de Edward, el baile había sido la atracción principal de la celebración. Yo no estaba alejada de mi esposo por mucho tiempo, y Nessie correteaba con Claire por toda la casa. Obviamente contaban con la presencia de Quil a sus talones.
Matthew me sacaba a la pista cada vez que tenía una oportunidad, no me opuse ya que sus intenciones no me parecieron otras que no fueran un rato de baile. Al parecer Jasper no concordaba conmigo, porque me “rescataba” de sus manos al rato. Emmett solo se restregaba con Rosalie, como era de esperar o reía con mi incomodidad.
Hermanos celosos… lo único que me faltaba.
Carlisle y Esme solo se concentraban el ellos mismos, para el alivio de muchos. Desprendían ternura por cualquier lugar que pisaban.
Los lobos ignoraban a los vampiros presentes, en especial a los que no eran Cullen.
Cuando empezaron a retirarse, Nessie los sorprendió con su dulce despedida de un beso en la mejilla y un “Gracias por venir. Los quiero, vuelvan pronto” Una y otra vez, y otra y otra…
Esa misma noche, Emmett la convencía de abrir los regalos, a lo que rápidamente me opuse ya que, mirando la montaña de cajas, llegué a la conclusión que nos llevaría muchas horas. Además se la veía cansada, debía dormir, así que él mismo la llevó a su cuarto.
Tal era su emoción por los presentes que, me había hecho jurar que la despertaría temprano para hacer la exploración, y también probarlos a cada uno.
Me debatí en despertarla un poco temprano o si dejarla dormir hasta que se despertara solita.
Esa preocupación no duró mucho ya que antes de me decidiera ir por ella, se encontraba sentada en su cama colocándose sus botas negras.
 Gracias mamá — gritó al verme en la puerta para luego salir corriendo. Unos segundos después, estaba de vuelta — tu también debes venir. Tío Emm, ya está sacando todos los regalos afuera.
Reí por su entusiasmo. Daba saltitos, eso lo había heredado de su tía Alice.
Volvió a correr para el patio trasero de la casa,  tropezando en algunos momentos.
“Genial, otra Bella que cuidar del piso” escuché la voz burlona de Emmett.
 ¡Te escuché Emmett Cullen! — le advertí con un gruñido — no empecemos con eso de nuevo, no me apetece hablar de tu fuerza bruta.
Se carcajeó junto a Rose.
 ¡Apresúrate mama! — gritó Renesmee
Me moví de inmediato hacia el lugar de encuentro, todos estaban a su alrededor con los ojos brillosos, conmovidos por mi hija.
Emmett tomó el primer regalo, un paquete inmenso que reconocí de inmediato. Era uno de nuestros regalos.
Rasgó el papel con sus manitas, frustrado por no poder hacerlo más rápido. Edward se le acercó y la ayudó, solo con acariciar el papel, la bicicleta ya estaba liberada.
 ¡Una bici! — Canturreó, eufórica —  ¡Y es rosa! ¡Justo como quería!
Sabía que le encantaría, apenas la vimos nos dimos cuenta que sería perfecta para ella.
Miré a Alice, que parecía tan emocionada como su sobrina.
 ¡Si, si, si! — chilló con sus típicos saltitos — ¡ven aquí, te enseño como usarla!
¿Alice…?
 Aguarda un momento, Alice — intervino mi marido, antes de que siquiera lograra proferir una oposición — con Bella estábamos pensando que nosotros nos haríamos cargo de eso — le explicó con voz sosegada, mi cuñada hizo un puchero —  es nuestra parte, Ally, no te ofendas.
 Tú lo harás con los ro… —  me callé a mi misma antes de revelar el próximo regalo — …con el otro regalo. — le dije, para tranquilizarla y darle protagonismo en el asunto.
Entendía que ella quisiera ser quien le enseñara a Nessie a andar en bici, pero a mi me parecía que era lo nuestro, aparte de desear formar parte de ese momento especial con todas las ganas.
En una ocasión, cuando era más niña, Reneé lo había hecho conmigo, y yo esperaba experimentarlo con mi hija, ya que ella parecía disfrutarlo… aunque con los años, el deseo de la maternidad había disminuidos, casi hasta restarle importancia.
 De acuerdo — asintió con una mueca.
Antes de que termináramos de hablar, Renesmee intentaba subirse a la bicicleta sin éxito. Dejó de probar y nos miró con los brazos cruzados y con esos ojitos de cachorrito triste que me partía el alma.
Edward sonrió y le ayudó a montarse, me acerque a ellos.
  Escucha, Nessie — comencé, reclamando su atención — agárrate fuerte de aquí. No así no, de esta manera — le indiqué, colocando correctamente sus manos en los manubrios — esta, es la palanca de frenos, debes poner estos dos deditos allí — también tuve que ayudarle en eso, imitando a mi madre en su tiempo — cuando lo presiones, la bici freneará, pero no lo hagas cuando vayas muy rápido porque puedes caerte. ¿De acuerdo?
Asintió, maravillada por cada cosa nueva que aprendía.
 Ahora, para avanzar debes poner tus pies aquí — prosiguió mi esposo, palmeando los pedales — y girarlos. — Al ver que no conseguía girar, la impulsó manualmente — haz fuerza con las rodillas.
Logró hacerlo, pero no de la manera correcta.
 Mira, mira papi. Ya puedo hacerlo — pero luego, una mueca se dibujó en su rostro —  ¡Pero no se mueve!
Todos rieron, divertidos. Pues la pequeña lo hacía de maravillas, aunque al revés.
 Es que lo estás haciendo para el otro lado. — le dije — intenta hacia adelante.
Con un poco más de esfuerzo, logró avanzar unos metros sin problema alguno, hasta que empleó todas sus fuerzas para ir más deprisa.
La sonrisa que invadía mi rostro, fue desapareciendo al ver el ritmo peligroso que había tomado.
Hasta parecía que ella misma se había dado cuenta, ya que frunció el ceño y antes de minimizar la velocidad, apretó bruscamente el freno. No llegó a tocar el piso, ya que todos nos habíamos materializado a su lado para sostenerla. Diez pares de brazos se extendían hacia ella, pero solo dos habían llegado a tiempo para agarrarla.
No desconcertó a todos el dueño de aquellos brazos. Nada mas y nada menos que Matthew, el que se había comportado tan frío y reacio con Renesmee.
 ¿No te dijo tu madre que no debías frenar de golpe? — le reprochó jadeante. En sus ojos brillaba la preocupación.
Estábamos en completo shock por la forma en que la sostenía y como su rostro se había descompuesto con el solo ver que se podía haber roto algo.
 Ehm… —  intervine, rompiendo aquel incómodo silencio que se había formado — tenemos todo el tiempo del mundo para seguir practicando. — Edward abrió los ojos desmesuradamente y clavó su insistente mirada en Christopher. Tal era la intensidad, que entendí que era mejor no preguntar —  ¿Por qué no seguimos con el segundo regalo?
Nadie me tomó en cuenta hasta que Carlisle carraspeó.
Rogué porque le obedecieran y porque alguien nos sacara de este silencio sepulcral. La tensión se sentía en el ambiente como una espesa bruma en donde predominaban las miradas hostiles y preocupadas por parte de todos.
 ¡Mi regalo es el que sigue! — Gritó una muy incómoda Alice — Ven Nessie, este es de tu tío Jazz y mío. Se que te va a encantar, cielo.
La apuró dándole pequeños empujoncitos en la espalda y chasqueándole los dedos en la cara de mi esposo cuando estuvo lo suficientemente cerca. Su reacción a “lo que sea que le pasó” había dejado un rastro imposible de no percatar en su rostro. Me resultaba aterrador…
Otra vez me centré en mi hija rompiendo los papeles, con el consuelo de que este era más pequeño.
 ¡Rollers! — se entusiasmó, tirando del vestido de mi cuñada para que le enseñase de inmediato a usarlos. Esta aceptó gustosa, luego de la desilusión con la bicicleta.
Jazz se les unió para colocarle el juguete en los pies, aunque se le notaba su mirada ausente.
Sabía que ahora Chris y Matt contarían con su don sobre ellos.
 No se que demonios sucedió allí — le dije a Edward, cuando se colocó nerviosamente a mi lado y me apretó con más fuera de la necesaria, descartando una simple muestra de cariño. Más bien, se parecía a una protección. — , pero no quiero saberlo.
Le confesé que no necesitaba estar al tanto, aunque la curiosidad me carcomía. No necesitaba arruinar este momento de mi hija con mis preocupaciones, además en algún momento me lo contaría.
Su cuerpo se relajó un poco, quizá porque pasó por su cabeza el que yo le insistiría en que me contase lo sucedido.
 No puedo decírtelo — admitió entre dientes — aún no logro comprender lo que vi. Pero no hablemos de eso ahora. No cuando hay diez pares de orejas paradas dispuestas a escuchar… —  gruñó.
Olvidamos todo lo sucedido por unos momentos, para solo observar como nuestra hija no conseguía mantenerse de pie sin necesitar la ayuda de sus tíos.
Resbalaba con cada paso y eso me ayudó a distraerme.
Volví a convencerlos de que teníamos tiempo suficiente para perfeccionarlo, con tal de pasar al siguiente regalo y desarmar un poco la montaña de cajas.
El tercer obsequio me sorprendió y al mismo tiempo no.
Me sorprendió porque no podía concebir el que Emmett llegara a ser tan irresponsable después de los riesgos de la última vez.
Y no me sorprendió porque si ya lo había intentado en una ocasión, me esperaba que en algún momento lo volviera a hacer.
Un gran cuatriciclo en color plateado y magenta captó mi atención, cuando hizo el amague de subir a mi hija a semejante vehículo. Le reñí por supuesto, como era de esperar. Mi instinto maternal no ayudaba en mucho para él.
 Pero Bells… —  suplicó por enésima vez — no va a pasarle nada. Mira que inteligente es, aprenderá a manejarlo muy rápido ya lo veras. Además mira su carita — levantó su mentó mientras Renesmee ponía su carita suplicante. Ellos dos estaban jugando sucio conmigo, sabían que no me podía resistir a esa perfecta carita. Sin embargo mi autocontrol pudo más. — hazlo por ella…
Le gruñí y él rodeó los ojos.
 ¡No es no Emmett! — le repetí con mi tono autoritario, algo que había aprendido de Edward a lo largo de nuestra relación — Puede hacerse daño, es demasiado pequeña para subirse a esa monstruosidad. No puedo creer que seas tan imbécil como para pretender que ella lo maneje. — bufó y me hizo burla imitando mi habla.
 ¡Pero qué amargada eres! — protesto
Luego de un rato de discutir, le permití que dieran unas vueltas. Siempre y cuando el se encargara de la conducción y Nessie se sentara delante de él, estando más segura. De cualquier modo, estábamos pendientes al asunto.
Mas tarde nos tocó abrazar a varios peluches. Y los había de cualquier tamaño, desde el clásico hasta el gigante.
Renesmee bautizó como “osito Emmett” a un oso gigante de color marrón claro. Rosalie no paró de reír mientras que el aludido no pudo evitar sonreír ante el honor de verse representado en uno de los regalos de su sobrina.
También hicimos de espectadores en la mini pasarela cuando mi hija se probaba todo su guardarropa nuevo. Incluso algunos disfraces.
La niña nos había insistido en que algunos debíamos jugar a ser paparazzis y tomarle fotos.
Se lucía con los vuelos, lentejuelas, canutillos, encajes, brillos y todo tipo de bijouterie.
No podía parar de sonreír como tonta. Pero ella me hacía sentir de esa forma, como una flor y la primavera.
 ¡Es mi turno! — chilló Rose con los ojos brillando de una manera que solo reconocí en mi. Era el amor de una madre hacia una hija, ella la quería de esa forma y para mi estaba bien, hasta cierto punto en el que me ponía celosa — Mi regalo… —  alzó otra caja tan grande como la del cuatriciclo * — es parecido al de mi Emmett pero no tan peligroso — dijo, entrecerrando los ojos en la dirección de su esposo. — Espera, voy a ayudarte. Todavía hay que armarlo bien. — Renesmee miró intrigada a su segunda madre — Como se cuanto te gusta mi auto nuevo…
La caja roja decía “Formula 1”. ¿Cómo no lo supuse? Un auto juguete Ferrari.
¿Hasta dónde llegaba la obsesión Cullen por los vehículos?
Al menos este no era tan peligroso como el cuatriciclo de Emmett.
Se subió y dio unas cuantas vueltas con miedo. Luego se le sumó mi hermano oso con su cuatri y compitieron por quien iba más rápido, aunque esta vez Emmett no llevó un ritmo demasiado veloz como para ponerla en peligro.
Disfrutó el auto, que por cierto no tardó nada en manejar, hasta que se agotó la batería.
Rosalie salió con el Ferrari en la mano con una mueca, directo a cargarlo, mientras continuábamos con la ardua tarea que nos esperaba.
El regalo que seguía era sin duda uno de mis favoritos. Una hermosa casa de muñecas de madera, pintada de rosa y beige. Era preciosa en verdad, con todos los accesorios posibles, podría llamarse de ensueño.
De inmediato, aparecieron varias cajas con muñecas Barbie, las cuales fueron estrenadas apenas se abrieron sus cajas. Pasamos horas jugando.
¡Me hacía tan feliz verla sonreír de esa manera!
Noté la mirada de Edward para con ella, era amor paternal puro y sincero, devoción, admiración… y no pude evitar el sentirme orgullosa de él y de mi, al haberle dado aquella pequeñita de rizos cobrizos y ojos chocolate. Hacerlo feliz era lo que yo mas deseaba y lo hice con una razón mas para existir. ¿Podía sentirse una mujer tan plena y llena de dicha como yo lo estaba ahora?
Ya casi terminando con los presentes, nos entretuvimos un par de horas mas con un dance party** y un juego de karaoke. Para hacer el reto aún mayos, Emm logró conectarlos  a ambos para que cantásemos y bailáramos al mismo tiempo. ¡Fue épico!
Uno de mis favoritos fue cuando Jazz y Alice tuvieron que actuar California girls de Katy Perry; luego Rose y Ally con Diva de Beyoncé
En el momento en que la pantalla indicó “dúos” un presentimiento me dijo que eso no sería tan divertido. Obligaron a Rosalie a cantar She wolf junto a Jacob, nadie paró de reírse.
Fue incómodo cuando a Rosalie se le ocurrió hacer un dueto con Chris y les tocó Radar de Britney Spears. La rubia había actuado bastante seductora con el chico.
Nadie estuvo de acuerdo en su elección, por lo que lo sometieron a sorteo.
Para mi desgracia, mi nombre saltó con el de Matthew y me resigné a cantar Don’t you want me?. No fue precisamente la canción adecuada, pero tuve que fingir que no escuché a Edward rechinar los dientes.
Luego de ese “inconveniente” dejaron de lado el sorteo y Matt y Chris quedaron juntos en el juego.
Al notar a mi marido tenso, le pedí que compartiéramos una ronda l cual aceptó haciéndose el indiferente. Estuve agradecida al cielo cuando salió Need you Now en la pantalla. Después de todo lo que había pasado no me sorprendería que saltara una indeseada.
Anochecía cuando tomamos una caja plana, la cual contenía un set de maquillaje, íbamos a probarlo cuando nos percatamos de una nota de Quil.
“No prueben el maquillaje de inmediato. Claire quiere participar de la experiencia. Además se me ocurre una idea, apuesto a que Jake también desea unirse a la diversión (es como una venganza) Pero no le digan nada, por favor, es un secreto. Llámennos cuando sea la hora”
Al final terminé intercambiando mensajes de texto con el Quileute, entendiendo que se le antojaba ver a Jake maquillado y me contó su experiencia en el cumpleaños de Claire.
No se que pasaba por mi mente cuando acepté, solo hice la cita para el día siguiente.
Llegaba el turno de los dos últimos regalos, los mas pequeños de todos, pero sin duda los más especiales ya que uno de ellos se trataba del de Jacob.
En su momento, Edward tomó  la cajita forrada con terciopelo bordó y sacó una pequeña pulserita de oro. Delicada y hermosa.
En el frente decía “Renesmee” con una letra romántica y elegante. Del lado de atrás nos nombraba “Te amamos. Papá y mamá”. Nessie soltó unas lágrimas y pidió que se la pusiéramos, sin vacilar.
Era fascinante como algo tan pequeño lograba emocionarla.
Consiente que la mayor emoción sería la del último regalo, le indiqué a Jake que se acercara ya que se había puesto nervioso de repente.
“Que no te dé un ataque, Bella” — me había dicho.
No le entendí a que se refería hasta que tomó una cadenita de una caja rosa y se la extendió a Renesmee.
 Es para ti — le susurró — para que me tengas presente siempre.
Ella lo abrazó estrechamente, mientras las lágrimas teñían sus, ahora sonrojadas mejillas.
Fue entonces cuando me percaté del dije, un pequeño lobo de madera como el que me había regalado a mi hace poco más de un año.
Solté un jadeo y todos me observaron.
 Por favor, Bella — suplicó Jake tan bajo para que Renesmee no lograra escuchar con claridad — No lo tomes a mal. Es solo un símbolo de mi, como el que te obsequié ¿recuerdas?
Cerré los ojos con fuerza para dejar ir ese sentimiento de enojo. No tenía porque enfadarme, el tenía razón, era solo un símbolo de su presencia. Yo sabía que en algún momento iba a pasar.
Pero me resultaba más duro de lo que pensé.
- - -OoO - - - OoO - - - OoO - - - oOo - - - oOo - - -
No se con que cara vengo después de tanto tiempo, creanme que estoy muy avergonzada por haberles faltado tanto. 
No voy a darles excusas porque no tengo justificación.
Hice este capitulo un poco mas largo para que me perdonen, solo espero que les guste y me dejen comentarios si? Aviso que nos quedan solo cinco capítulos y LDL se termina.

4 comentarios:

  1. Hola Mar hace demasiado que no comento pero te que puedo decir que no allá dicho antes tu blog es bellisimo, espectacular, tienes demasiado talento, cada día escribes mejor,y realmente no hay palabras para describir lo lindo que es tu blog!!! y no te preocupes son vacaciones debes disfrutar y descansar

    Cariños Alejandra que pases un feliz verano :)

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  2. Hola, bellísimas letras debudan este preciosos blog, si te va la palabra elegida, la poesía, te espero en mi casa, un placer,es,
    http://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
    gracias, buen día, besos de agua..

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  3. tan rapido se acabe :(
    muy buen capi este blog es buenisiomo

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  4. Me gusta sta bueno el cap! subi los q faltan q m qdo con ganas d terminar d leer la historia!!! ^^ Gisse Cullen

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